viernes, 22 de febrero de 2013

Tanteando el terreno

Las primeras veces nunca se olvidan, incluidas las profesionales. Al igual que siempre recordaré la primera rueda de prensa a la que asistí como periodista, estoy segura de que nunca olvidaré la primera vez que atravesé la puerta de un instituto con el reto de aprender a enseñar. Pese a las noticias que a menudo nos llegan a través de los medios de comunicación, un instituto, no es, en líneas generales un territorio hostil.

Sí es un lugar vivo y dinámico e imprevisible para quién no trabaja en él. Es como aquella primera rueda de prensa sobre la denominación de origen de la aceituna aloreña de Málaga, en la que cualquier periodista podía predecir lo que allí se iba a decir o hacer. Eso sí, todos, menos yo. Entonces era novata en el periodismo, como algún día lo fui como conductora y como hoy lo soy como profesora. Pero es precisamente la experiencia la mejor forma de aprender.

De poco me han servido los paradigmas educativos de Piaget, Ausubel, Vygotski y un largo etcétera con los que tanta chapa nos dan en el máster universitario de Profesorado de Secundaria cuando mi tutor de prácticas en el instituto me presentó a un grupo de alumnos y yo no supe ni cómo colocarme (21/2/2013). ¿Cruzo los brazos? No, demasiado a la defensiva. ¿Me apoyo en la mesa medio sentada? No, demasiado informal. Me están mirando fijamente como si fuese un animal del zoo, ¿qué hago? ¿les miro a ellos también? ¿sonrío? ¿me pongo seria? Son algunas de las preguntas sin respuesta que pasaron por mi mente en menos de cinco minutos.

Aunque aún es pronto para poder describir cómo son los alumnos con los que voy a compartir esta experiencia, sus profesores y su centro, sí que puedo contar cuáles han sido mis primeras impresiones.


Alumnos:

La forma de ser propia de la adolescencia. Lo que comúnmente se conoce como "la edad del pavo". Sin embargo, me han sorprendido gratamente en un aspecto. En el máster siempre nos dicen que el alumnado es bastante pasota, que no muestra interés en las clases, etc. De los cuatro grupos que en estos dos días (21/2/2013 y 22/2/2013) he conocido (en adelante grupos 1, 2, 3 y 4), solo uno (el 3) se comportaba de esa manera y hasta se les bajan las persianas de las ventanas del aula para evitar distracciones. El resto se mostraban participativos y atentos a las preguntas del profesor durante prácticamente toda la clase. Incluso, el grupo 4 mostró interés hacia la breve explicación que servidora, a la que habían conocido diez minutos antes (22/2/2013), les brindó  en la pizarra sobre el coste de los anuncios publicitarios en la prensa en función de su tamaño, color y ubicación dentro de la página del periódico, a raíz de un epígrafe sobre medios de comunicación de su libro de Sociales.

Otra sorpresa para mí ha sido que las chicas son algo más revoltosas que los chicos, al menos en los cursos inferiores de la ESO. Más inquietas y nerviosas. Los chicos son, en general, más nobles. Supongo que tendrá que ver con que las chicas maduran físicamente antes y tienen las hormonas más descontroladas y lo digo porque alguna que otra alumna ha manifestado que hubiese preferido que el profesor de prácticas hubiese sido un chico, como el curso pasado, y no una chica. Cosas de adolescentes.

En general, son alumnos disciplinados. El instituto organizó un simulacro de incendios (21/2/2013) y todo transcurrió con orden y normalidad.



Profesores:

Las prácticas en el instituto me las va a tutorizar un único profesor, así que, al menos de momento, solo os puedo hablar de él. En el máster también nos dan bastante el tostón preguntándonos: "¿Qué modelo de profesor queréis ser?". En líneas generales, el profesorado universitario nos proporciona más ejemplos de los modelos que deseamos desechar que de los que nos interesa imitar. Demasiadas clases magistrales, quizás.

Por lo que he podido ver hasta el momento (cuatro clases, tres en bilingüe español-inglés), me gusta bastante el modelo de profesor que utiliza mi tutor. Es un profesor cercano a los alumnos, pero sin colegueo. Consigue captar el interés de los chicos de una forma que a priori parece mágica, pero cuyo origen sue puede intuir en el interés que tiene hacia los estudiantes (parece conocerlos bien y saber de sus intereses e inquietudes). Pero al mismo tiempo, sabe ponerse en su sitio ante situaciones menos agradables y exigir disciplina al alumnado (por ejemplo, mandando a los alumnos que llegan tarde a sus clases a hacer tareas al aula de estudio en lugar de permitirles entrar). En general, crea un clima agradable de clase en la medida en la que los estudiantes se lo permiten.


Relación teoría-práctica:

En solo dos mañanas en el instituto, ya empiezo a notar contradicciones entre la teoría y la práctica. Una de ellas es que nos insisten demasiado en dar clases basadas exclusivamente en tareas, cuando he podido comprobar que no es necesario diseñar mil actividades diferentes para una sesión, ya que la motivación de los alumnos se puede conseguir simplemente apoyando con fotografías y vídeos on-line las explicaciones del profesor. Los ejemplos cercanos a los alumnos, sobre su ciudad, también funcionan muy bien.

Tras lo dicho, el uso de las TIC en un aula habitada por nativos digitales resulta imprescindible, pero también he de decir que no es fácil. A pesar de ser un instituto TIC, el uso de estas tecnologías depende en gran medida del interés del profesor. No todas las clases tienen pizarras digitales ni ordenadores y el docente tiene que cargar con un cañón proyector, un portátil, unos altavoces y un multiplicador de enchufes de clase en clase. Lo más fácil es renunciar a ese trabajo extra, pero merece la pena hacerlo por los chicos, quienes después de haber estado tres días sin TIC en el aula (por un problema en la cerradura de la habitación donde se guardan estos recursos) expresan que las clases solo con el libro son mucho más aburridas.

También hay contradicciones entre los recursos (TIC y no TIC) que nos enseñan en el máster y los que realmente podríamos aplicar en el aula de nuestras prácticas. El programa de diseño de actividades JClic queda bastante obsoleto (así me lo han confirmado en el centro, solo lo han usado alguna vez para alumnos con necesidades educativas especiales) y resultaría impensable proponer una actividad de mímica a estudiantes del siglo XXI. Es como vivir en dos mundos totalmente opuestos: el real y el virtual.

jueves, 21 de febrero de 2013

Nuevos motivos para escribir

Cuando me quedé en el paro, me propuse continuar mi labor periodística en solitario comentando cada día la actualidad. No tardé mucho en abandonar el proyecto. La actualidad está tan corrupta que escribir sobre ella estaba atentando contra mi salud mental e incrementando la frustración, que como tantos jóvenes en nuestro país, siento en estos momentos ante un futuro laboral incierto.

Pero hoy tengo nuevos motivos para escribir. Harta de la pésima situación laboral existente en los medios de comunicación, decidí orientar mi brújula hacia otra dirección y es ese cambio de rumbo el que hoy me lleva a iniciar este nuevo blog. En "De periodista a profesora" escribiré sobre mis experiencias como profesora en prácticas en un instituto de Enseñanza Secundaria. Enseñar ha sido desde siempre mi otra vocación y ahora tengo la oportunidad de vincularla a mi pasión por contar experiencias. Eso sí, ahora las vivencias serán narradas en primera persona.